Para algunos, un negocio que no es negocio; para otros, una forma de vida; en el caso de los demás, un entretenimiento, sin embargo en realidad una ganadería es un santuario, una forma de vida que va mucho más allá de intereses económicos, pues si ser ganadero fuera cuestión de recursos muchos podrían serlo y no lo son.
Para ser ganadero es necesario amar profundamente al toro, dedicarse mucho, ser un científico y un investigador así como un gran aficionado a la fiesta, además de profundo conocedor. Los ganaderos mexicanos son hombres y mujeres con una gran sensibilidad que han logrado tener y mantener un toro extraordinario, a base de una lucha constante, cotidiana recompensada cuando su majestad el toro bravo está en la plaza y defiende su origen y su casta.
El Ayer
Antiguamente las casas ganaderas mexicanas eran de grandes extensiones de tierra. Había la posibilidad de tener muchos animales y las tierras abundantes de labor permitían producir el alimento suficiente para el consumo interno. Además de los toros se criaban otras especies como borregos o puercos. Se trataba de verdaderas industrias con muchos empleados y otros trabajadores, generalmente un encargado o responsable de los toros y, los vaqueros para las faenas diarias requeridas por el cuidado y el manejo de las reses bravas. Las instalaciones eran más rústicas pero también más abundantes; los potreros inmensos; y se podían realizar faenas a campo abierto en grandes llanos. Después del agrarismo muchas perdieron sus extensión, quedaron muy reducidas y, lamentablemente, algunas hasta desaparecieron o fueron duramente castigadas.
El Presente
Hoy, dentro de la gran capacidad de adaptación y por la fuerza de los ganaderos mexicanos para superar las adversidades han reorganizado sus casas con sólo los vaqueros necesarios y unas instalaciones modernas y replanteadas para realizar las faenas rápidamente. Además, hacen estudios profundos sobre alimentación, para dar a sus reses lo necesario. Sobre todo alimentándolas dentro de lo posible con productos de la región en donde están asentadas para desarrollarse en óptimas condiciones a costos razonables. Y analizan cuál es la cantidad de cabezas que pueden tener en los potreros de acuerdo al índice de agostadero. Esto, a su vez, ha motivado que la selección sea más rigurosa, pues solamente se quedarán en la ganadería los sementales y las vacas con notas muy altas en las tientas.
El Tipo de la ganadería
Las ganaderías definen su tipo en relación directa con la sangre que las ha formado. Las características fenotípicas y genotípicas describen lo que hay en sus toros. Cada ganadero tiene propia fórmula y realiza sus experimentos orientados a la búsqueda de las cualidades capacidades de sus reses bravas. En México abunda el toro proveniente de la casta Vistahermosa de la subestirpe fundada en 1850 por don Rafael Rueda Quintanilla, Marqués del Saltillo. Nuestro toro producto del esfuerzo de los ganaderos mexicanos, es de menor corpulencia, bajo y más redondeado. Su arboladura no es tan impresionante; las cepas de sus pitones menos gruesas; sus pezuñas fuertes y bien recortadas; tiene patas firmes y, de acuerdo con su armonía, morrillo grande; el rabo delgado. Es un toro muy fuerte.
El ganadero mexicano ha logrado desarrollar e intensificar características únicas en el comportamiento de los toros: embestidas de gran calidad. al acometer tiene mucho recorrido; embiste de largo; por su bravura, se crece al castigo en varas; al ir por las banderillas humilla antes de la reunión; posee un temple excepcional, de calidad suave como terciopelo; es un toro que, cuando se entrega y rompe en plena faena, provoca las emociones más grandes en los tendidos y contribuye a crear la belleza suprema del arte exquisito del buen torear.
Cada ganadero es el responsable del rendimiento de sus toros en los redondeles. Por eso hacen día a día su mejor esfuerzo, en busca de su toro tipo, que además se convertirá en el distintivo de la casa. Pero lograrlo requiere años, pues fijar los caracteres es un proceso lento. Actualmente algunos ganaderos, en busca de mejorar sus hatos están refrescando su sangre con sangre española de Parladé y Santa Coloma fundamentalmente. Aún es temprano para ver los resultado de estas cruzas, pero pronto en las plazas veremos salir a los ruedos esos toros por la puerta de lo sustos.
La Simiente
La formación de una ganadería, los refrescos de sangre, así como las nuevas mezclas que se realizan en la búsqueda del toro tipo, requieren un conocimiento profundo en la selección del ganado. Por eso los ganaderos mantienen una línea sobre la misma sangre o simiente. Se estudian los rasgos y las características de fenotipo y genotipo que poseen los animales de simiente. Se realizan los empadres de forma selectiva, escogiendo las cruzas y mezclas que puedan ayudar a tener un toro con determinadas cualidades de forma que con el transcurrir del tiempo se obtengan los resultados previstos, pues los toros transmiten a sus descendientes características propias de su simiente, y esa herencia permite conservar la ganadería brava.
El Hierro
Es el hierro el sello de la casa y va mucho más allá del concepto de marcar las reses para diferenciarlas de otros criadores.
Es la representación del orgullo y la casta de un ganadero, que ha criado y ha cuidado sus toros durante años.
El hierro se marca a fuego, es como una señal de fusión y deja una huella indeleble del origen, de lo que representa, es la firma amorosa del trabajo, la afición y el amor de cada ganadero por nuestro toro.
La Divisa
Esa moña, a pesar de ser sólo un adorno, transmite como el hierro, toda la estirpe de un toro.
Los colores de la divisa son la bandera que, al salir a un ruedo, los toros defienden con su vida, luchando como gladiadores hasta el fin, pues en el lomo llevan el prestigio de la ganadería.
Los criadores, por tradición, han escogido los colores de su divisa basados o en la simiente o en razones de índole personal o de gusto, pero esa señal se convertirá en una tradición muy profunda en cada casa ganadera.
El Abolengo
Una palabra sencilla, el abolengo, traduce toda la tradición taurina de una hacienda ganadera. Los fracasos, en la vida de la ganadería, están siempre a flor de piel y llegan con más frecuencia que los éxitos, pero así se acrisola la garantía de casta y la conservación de raza, pues los fracasos permiten corregir y enmendar los esfuerzos, hasta tener ese abolengo, ganado con el paso del tiempo y con los triunfos obtenidos a lo largo de la vida de la ganadería.